Al cumplir 30 años de vida
artística, es decir, 10.950 días de trabajo sin parar, me planteé realizar una
exposición en mi ciudad, Bucaramanga. Para ello, me hice algunas preguntas qué
me ayudarían a definir el tipo de obra que quiero mostrarle al público: ¿Qué
presento? ¿Qué hago? ¿Por dónde empezar a seleccionar? De inmediato, también
llegaron las respuestas: no quiero hacer una retrospectiva. Tampoco deseo
alardear de mis capacidades técnicas, sin el ánimo de desconocerlas. Entonces,
¿qué es lo que realmente quería de esta exposición? Ahora lo sé: hacer algo que
se parezca a mí, desnudar mi vida y quien soy y, de paso, divertirme.
Y todo empezó a fluir. Lo mejor
que pude hacer fue recurrir a lo que tanto me emociona y me conmueve: mi niñez,
mi hijita de casi dos años y todo aquello que rodea ese mundo infantil vivido
desde mi actualidad y, vale la pena decirlo, después de 30 años de trabajo
artístico.
De niño soñé con ser astronauta,
pero terminé siendo un artista que sigue soñando y viaja entre estrellas y
planetas imaginarios; un artista que busca respuestas que hoy comparte con el
público bumangués. Nada en este camino artístico fue fácil, ni en el viaje que
ha sido mi vida. Pero, puedo decir, que todo sueño es posible cuando la fuerza
interior es más fuerte que los miedos. Esta es mi obra y con ella invito a
subirse a la nave de las fantasías y dejar volar el niño interior… ¡Vamos!
¡Suban a mi nave! ¡Bienvenidos a mi galaxia!
Efraín Saldaña
Fotografía: Julián A. Villamizar
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